jueves, 1 de noviembre de 2012

LA PROBLEMÁTICA DEFINICIÓN DE LA PALABRA “MITO”


                En la introducción al libro Diccionario de los Mitos[i], Carlos García Gual intenta ofrecer, con cautela, una definición provisional de la palabra “mito”. “El término “mito” –afirma- se aplica a algo que parece ser extraordinario, fabuloso, ejemplar y memorable, aunque tal vez poco objetivo, y exagerado, fastuoso y falso” (…) “Lo mítico aparece aureolado de un halo de fantasía y elevado al ámbito de lo imaginario, y puede así ejercer un mágico y poderoso encanto sobre nuestra actitud frente al mundo (Puesto que somos, más que realistas, seres emotivos, imaginativos y memoriosos)”[ii]. Platón nos previene frente al peligro de la seducción enigmática de los mitos, emparentados con “el ámbito seductor de lo fabuloso, lo memorable y lo imaginario”, en la medida que nos aleja de la verdad.

                El término griego mythos significó originariamente “relato, narración, cuento, palabra” y, como afirma Cesare Pavese, “es siempre simbólico”. García Gual propone la siguiente definición funcional: “mito es un relato tradicional que refiere la actuación memorable y paradigmática de unas figuras extraordinarias –héroes y dioses- en un tiempo prestigioso y esencial. Los mitos ofrecen unas imágenes que impactan en la memoria colectiva, y que perviven en la tradición, porque sin duda responden a preguntas fundamentales del ser humano y su inquietud ante los misterios de la vida y los retos de la sociedad”[iii].

                Por su parte, para el investigador británico G.S. Kirk, “los mitos son una clase especial de historias o cuentos tradicionales que se distinguen por su especial profundidad, su carácter imaginativo y poco común, y por una tendencia a ir más allá de la propia vida”[iv]. Como la categoría “mito” es vaga y difícilmente diferenciable de una leyenda, una saga, un cuento popular o una tradición oral, Kirk propone huir de las definiciones esencialistas, y piensa que es un error aislar algún carácter específico y central de los mitos, y que no puede existir una sola teoría capaz de abarcar la diversidad de estos. Los antropólogos “se han embrollado en teorías muy extremas sobre la naturaleza de la sociedad, lo que ha entorpecido su acercamiento a los mitos, que son una de las manifestaciones primarias de una cultura oral”. Los historiadores de la religión “han seguido ocupándose principalmente de la relación entre los mitos y los ritos”, y los psicólogos “continúan tejiendo de manera no excesivamente inspirada las teorías del inconsciente mítico sugeridas por Freud y Jung”[v].

                En principio, y siguiendo a Kirk, os propongo los siguientes rasgos definitorios de los “mitos”:

1.       Tienen la estructura formal de un relato, de una historia dotada de una estructura dramática y un desenlace (principio, desarrollo y final). Habitualmente, dichos relatos se sitúan en un tiempo originario, hacen referencia a la antropogénesis, incluyen acciones fundacionales que configuran la situación actual del ser humano, tienen protagonistas y llevan a determinados resultados.

2.       Son relatos tradicionales y no históricos. Son, habitualmente, relatos contados en sociedades no-literarias de tipo tradicional, y transmitidos de generación en generación como consecuencia de la importancia de sus mensajes. No obstante, los mitos griegos sí recibieron forma literaria, tienen un repertorio temático limitado, resultado de un largo proceso de desarrollo y elaboración consciente, no están obsesionados por la organización social –como sucede en otras culturas de pensamiento arcaico-, y se pueden clasificar en dos grandes grupos: mitos divinos (de tono sagrado o sobrenatural) y sagas heroicas (de tono profano y práctico, y menos imaginativo).

3.       Tienen un poder narrativo excepcional, y una clara influencia funcional en relación con algún aspecto importante de la vida individual, o social o comunal. En cualquier caso, dichos relatos van más allá del mero entretenimiento y del encanto narrativo, puesto que están dotados de una función vital de comunicación e instrucción entre contemporáneos y entre diferentes generaciones, puesto que son portadores de importantes mensajes sobre la vida en general, y sobre la vida social en particular.

4.       Son relatos multiformes, imaginativos y libres en sus detalles, es decir, no son uniformes (suele haber diferentes versiones de los mismos), ni lógicos, ni internamente consistentes. Frente a la razón lógico-demostrativa, frente a la organización conceptual de la filosofía y la ciencia, el mito representa el dominio de la imagen, producto de la fantasía creadora. Tiene un sentido emocional, afectivo, frente a la frialdad de la razón, e impregna la vida en su conjunto como saber colectivo y acabado.

5.       Son relatos multifuncionales, puesto que en ellos coexisten diversas motivaciones (sociales, psicológicas, cosmológicas….) y como consecuencia de ello, distintos oyentes o lectores pueden valorar un mismo mito por diversas razones.

 

                Pienso que esta aproximación es compatible con los tres ingredientes que nos propone Antonio Báez en su versión simplificada, y que podrían fijar los apartados fundamentales de nuestras unidades didácticas:

·         RELATO

·         ICONOGRAFÍA e

·         INTENCIÓN

 

En particular, el historiador H. Blummenberg subraya la “constancia icónica” de los mitos, la permanencia de sus imágenes, lo que asegura su difusión en el espacio y el tiempo. Debemos, por tanto, poner un especial celo en las imágenes del mito, al tiempo que cuidamos la presentación del relato. Por otra parte, su carácter “multifuncional” (su diversidad de intenciones e interpretaciones) permiten reorganizar las imágenes en distintos contextos, intentando “dar un sentido humano a lo que nos rodea”, algo que en ocasiones no tiene una significación clara.

                García Gual llama la atención sobre una característica de los mitos vinculada a naturaleza multifuncional: su capacidad para pervivir y ser reinterpretado. A pesar del paso del tiempo, los mitos conservan “cierta aura de prestigio (….) aún están ahí, aún nos dicen algo profundo y enigmático sobre nosotros mismos (…) no son alegorías, no son tampoco historias ingenuas y primitivas. Tienen un simbolismo que hay que interpretar”.[vi]

                Las características citadas anteriormente nos permiten apelar a otras mitologías además de la griega (mitos bíblicos, germánicos, literarios, etc…). Esperemos que nos ocurra como a Aristóteles, quien dijo: “A medida que envejezco y me siento más solo, me he hecho más amigo de los mitos”.

 



[i] García Gual, Carlos, Diccionario de los Mitos, Barcelona, Editorial Planeta, 1997, pp.7-14.
[ii] Op. cit., p.7.
[iii] Op. cit., p.9.
[iv] Kirk, G. S, La naturaleza de los mitos griegos”, Barcelona, Argos Vergara, 1984, p. 21.
[v] Op. cit., p.14.
[vi] García Gual, Carlos, Diccionario de los Mitos, Barcelona, Editorial Planeta, 1997, p 12.
 

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