“La sola lucha hacia las cimas, es suficiente para
llenar un corazón de hombre. Hay que imaginarse a Sísifo feliz”. Esto decía
Albert Camus.
Sísifo, padre del Odiseo de Homero (La Souda, s.v.
Sisyphos, Sophocle, Inachos, 21), es un personaje de la
epopeya griega La Odisea, conocemos su historia a causa de una
condena que le infligieron los Dioses.
"Sísifo Eólida, que
fue el más ladino de los hombres."
Gracias a Albert Camus con El Mito de Sísifo, es figura conocida
entre las figuras míticas, inspirada por la tradición de la Antigüedad.
En su obra, que es un brillante ensayo filosófico
sobre el absurdo de la vida, Albert Camus nos comparte su predilección por
Sísifo con esa imagen del hombre contemporáneo que encuentra su grandeza en
no aceptar el destino que lo oprime.
Con el Mito de Sísifo, Camus busca
aclarar la condición humana de su tiempo, intenta describir y justificar la
infelicidad de los hombres y propone un título a la moral “del rechazo”
desarrollado en su texto. Con el telón de fondo de un mito homérico, Camus
acerca su concepción del hombre, a un personaje legendario que ilustra,
según él, el destino y desarrollo de la vida humana. Recurre al relato
imaginario para abordar un tema caro a su corazón y crucial en su obra: la
búsqueda de la felicidad y la razón.
Camus quiso honrar la literatura mítica -en una
adaptación moderna- por la imitación de un relato antiguo y el sentido que
le confiere, de una modernidad que revolucionará el fondo y el desenlace de
la trama legendaria.
Entonces, el hombre “absurdo” de Camus, no es más
que un ser que toma conciencia de su destino decepcionante, frustrado con
la vida que lleva, desgarrado entre necesidad y coherencia, lógica y
desorden del mundo que vive. Lo que Albert Camus persigue -rehabilitar la
vida en tanto que valor significativo en ella misma- lo empujó a definir,
con lucidez, ese malestar del espíritu y además a proponer un modelo
individual de ética, con ese héroe del absurdo que es Sísifo.
En su libro, Albert Camus nos dice que es absurda
la condición exiliada del hombre, porque es extraña a los deseos más
profundos del espíritu. Así, según él, el impulso esencial de la naturaleza
humana, el éxito del destino de su Ego, es apropiarse del mundo, con una
seguridad congruente entre sus aspiraciones racionales y la realidad. Pero
en ese universo donde todo se da y nada se explica, la sed de
transparencia, que garantizaría la completa plenitud del que busca, es
contrarrestada por la irremediable incoherencia de la existencia.
La conciencia trágica del estado insensato de su
ser que desea en ósmosis con su vida -unión con el mundo y el hombre en la
solidaridad y los valores trascendentales- por haberse enfrentado con el
sufrimiento, sentido la monotonía de todos los días, renunciado a la
existencia de Dios y concebido la muerte como la negación de todo valor.
Para el hombre nada asegura su felicidad, ni antes, ahora o después, porque
la realidad es totalmente irracional.
De ahí la frase de apertura del Mito de
Camus, que es una de las más conocidas de la literatura contemporánea: “no
hay sino un problema filosófico realmente serio, es el suicidio”.
El hombre de Albert Camus, aproximándose a uno de
los héroes homéricos, es entonces un ser que acepta vivir su destino
retándolo heroicamente, indiferente al futuro, lúcido y digno en y por
el absurdo, rechazando todo consuelo sobrenatural, sostenido por su
inquebrantable resolución, de no aflojar su posición de rebelde.
El Sísifo de la Antigüedad, es un enamorado de la
tierra y consciente de la estupidez del castigo que los Dioses le han
infligido porque quiso en demasía contener y abrazar las delicias de la
tierra. Así el hombre absurdo de Albert Camus es también Tántalo
atormentado, Prometeo encadenado y Sísifo con su roca, todos desafiando
desde su humanidad a esos Dioses crueles que los han castigado. En fin, el
mundo mítico de Homero en todo su esplendor.
Maggy COLLARD; Sisyphe Histoire d'une liberté
(Lovaina, Mayo 1 de 2002)
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