domingo, 10 de marzo de 2013

TESEO Y EL MINOTAURO (Por David Delange Segura)


EL MITO DE TESEO Y EL MINOTAURO.

David A. Delange
IES Jacaranda
Churriana-Málaga

 
 

El relato.

Tras la muerte de Asterión, rey de Creta, le sucedió en el trono Minos  (es probable que Minos significase rey en lengua cretense), aunque debió luchar contra sus hermanos por el derecho a gobernar. Por ello pidió al dios Poseidón que le enviase un toro para ofrecérselo en sacrificio, y que debía ser blanco como la nieve, como muestra de su aprobación. Sin embargo, cuando el rey contempló al bello animal, lo escondió para usarlo como semental de su rebaño y prefirió consagrarle otro. Ante semejante ofensa, el dios marino le castigó haciendo que su esposa, la reina Pasífae, se enamorase del toro. Y tal fue la pasión desatada en ella que le pidió a Dédalo -ingeniero ateniense que vivía desterrado en la isla-  que le fabricase un artilugio que le permitiese  copular con el animal. De aquella unión anti natura nació el Minotauro: un ser híbrido, mitad hombre, mitad toro, que en lengua helénica significa “toro de Minos”, si bien en la isla de Creta se conocía también como Asterión.

 

Estatua en bronce del dios Poseidón (izq.). Cerámica ática que representa a Pasífae con el Minotauro (dcha.)

Dédalo presenta a Pasífae la vaca de madera, fresco pompeyano (izq.).  Pasífae y el toro, según Picasso (dcha.)



Phasifae, por Jackson Pollock (1943)

Para ocultar la bestia salvaje, que sólo se alimentaba de carne humana, Minos encargó a Dédalo que le construyese un laberinto del que no pudiera escapar.


Moneda de plata de Cnossos (palacio) y mosaico del laberinto

Según la versión más extendida del mito, Minos emprendió una guerra contra Atenas para vengar la muerte de su hijo Androgeo, que había acudido a  aquella ciudad para participar en los juegos panatenienses (en honor a la diosa Atenea) y que fue asesinado por la envidia del pueblo ateniense por su abrumador triunfo. La ciudad sufrió un duro asedio y padeció una devastadora epidemia, por lo que los atenienses consultaron al oráculo y éste les recomendó que aceptasen las duras condiciones del monarca cretense. El tributo más duro que les impuso fue la obligación de enviarles periódicamente (no hay consenso sobre el plazo)  14 jóvenes vírgenes (siete doncellas y siete muchachos) para saciar el apetito del monstruo. Tal expiación terminaría el día que uno de los/las jóvenes mártires lograse sobrevivir.

Al aproximarse la fecha del tercer plazo, Teseo, príncipe de Atenas, se ofreció voluntario con el objetivo de acabar con el animal. Antes de partir, prometió a su padre, el rey Egeo, que, en caso de vencer, cambiaría las velas negras de la embarcación (en señal de luto por el sacrificio) por otras blancas a su retorno.

Una vez en Creta, Ariadna, hija mayor de Minos, se enamoró  locamente de Teseo, por lo que decidió ayudarle para que escapase airoso del laberinto. Con ese fin le pidió consejo a Dédalo. Tras ese encuentro, la joven le entregó secretamente al joven un ovillo de hilo para que trazase la ruta de escape y una espada mágica, con la que poder ser capaz de matar a su hermanastro.



Ariadna y Teseo, pintura francesa de inicios del XIX.

El mito recoge como Teseo mató a la bestia y liberó a los otros jóvenes atenienses. Más tarde, Ariadna y su hermana Fedra huyeron con él, aunque fuentes posteriores recogen que Teseo abandonó a la primera en la isla de Naxos. Una de las versiones recoge que se quedó dormida, otra que se perdió; según parece los dioses le tenían reservado a la princesa otro destino, pues acabó casándose con Dionisio, lo que le valió para alcanzar la inmortalidad.



Ariadna abandonada por Teseo, por Angelica Kauffmann (s. XVIII)


Triunfo de Baco (Dioniso) y Ariadna, por Anibal Carraci (s.XVII).

En su viaje de regreso a Atenas, la embarcación de Teseo fue sacudida por una terrible tormenta (quizás desatada por una maldición de Ariadna, resentida por su abandono, o por el propio Dionisio) que dio lugar a la pérdida de las velas blancas. Por este motivo, tuvo que mantener las velas negras el resto del viaje.

Fruto de aquel infortunio, cuando el rey  Egeo, avistó la nave y creyó que su hijo había muerto, se arrojó desde un acantilado al mar, el mismo que hoy lleva su nombre en su memoria.

Posteriormente, Teseo fue coronado rey de Atenas y se casó con Fedra. Pero esa es otra historia…



Por su parte, Dédalo sufrió la ira del rey Minos y fue encerrado en el laberinto junto con su hijo Ícaro. Sin embargo, no había reto que pudiese domeñar la inteligencia del hábil artesano.

Actividad:

-       Identifica y documenta los protagonistas del mito, que aparecen resaltados en negrita. Realiza una pequeña ficha de cada uno, que recoja una imagen y una breve biografía.

-       Investiga el triste destino que le estaba reservado a Dédalo tras su encierro en el laberinto.

Explicación histórica del mito.

La isla de Creta, ubicada estratégicamente entre Europa, África y Asia, fue desde el III Milenio a. C. la principal potencia política, económica y cultural del Mar Egeo: muy superior, por tanto, a las frágiles ciudades continentales, como Atenas o Esparta.



Por esta razón es plausible la idea de que estas poblaciones debieran pagarle algún tipo de tributo. En este contexto debe situarse el mito y esa supuesta ofrenda juvenil para saciar el voraz apetito de la bestia.

 
 

Mapa de referencia de las civilizaciones antiguas

Una vez que la Grecia continental logró zafarse de la dominación minoica, el mito del Minotauro pudo actuar como un medio de distanciamiento del sentido religioso de las incipientes polis helénicas frente a las creencias minoicas.

Actividad:

-       Realiza un eje cronológico de la civilización minoica (previa a la Grecia clásica), donde se distinguirán únicamente los grandes periodos en los que se divide aquella cultura, a saber: Minoico Antiguo (3400-2100 a. C.), Minoico Medio (2100-1580 a. C.) y Minoico Tardío (1580-1200 a. C.).

Nota: Con esta actividad se trata de que comprendan como en el mundo occidental el tiempo transcurre de forma progresiva y lineal. Se les explicará que esa clasificación fue realizada por el arqueólogo sir Arthur Evans en base a los restos arqueológicos hallados en el Palacio de Cnossos (restos de cerámicas y otros objetos dispuestos en diferentes estratos).

 

 

Significado del toro en las culturas antiguas.

El toro fue símbolo de fertilidad en muchas civilizaciones agrarias, siempre vinculadas a la “madre Tierra”. En Creta se adoraba como “diosa de las serpientes” y su imagen se situaba en el interior de cuevas. Pero además de ser una manifestación divina, el toro fue víctima propiciatoria en los sacrificios rituales. En relación con esta idea hay que contextualizar las diversas ceremonias y juegos que se han desarrollado en el pasado en algunos pueblos del área mediterránea, quizás con un sentido iniciático a la vida adulta, siendo el caso del “salto del toro” o taurokathapsia. Es posible que las creencias taurinas de los cretenses procediesen de Anatolia, aunque lo cierto es que todas las civilizaciones coetáneas y próximas a la minoica (Mesopotamia, Persia, Palestina, ciudades-estado fenicias, Egipto, etc.) dieron un gran peso al elemento taurino. Con el paso del tiempo, la práctica de la tauromaquia acabó perdiendo su significado religioso hasta adquirir su actual sentido folklórico. No en vano, en España ha alcanzado categoría de “fiesta nacional”. 

           
Escultura minoica (¿diosa o sacerdotisa?), año 1600 a.C. (izq.). Cabeza de toro, museo de Heraklion (dcha).



El salto del toro, fresco hallado en el Palacio de Cnosos (Creta), 1500 a. C.

En definitiva, desde los primitivos grabados encontrados en las cuevas de la escuela franco-cantábrica y de la zona levantina hasta nuestra afamada “fiesta nacional”, la presencia del toro ha sido una constante. Así lo atestiguan los numerosos testimonios recogidos en todas las grandes civilizaciones surgidas en torno al mar Mediterráneo, generalmente asociado a la idea de masculinidad y fertilidad. En Mesopotamia, por ejemplo, podemos destacar la presencia de los maravillosos toros alados, genios que protegían los palacios de los malos espíritus. 



Toro alado de la cultura asiria

En Roma la representación más importante respecto al toro estuvo en el culto a Mitra, una divinidad persa que adoptaron las legiones romanas. Mitra era una divinidad de la luz y la cordura, que a menudo sus seguidores representaban matando al Toro Sagrado, «Taurobolio». Según la creencia, la sangre derramada del  toro muerto empapaba la tierra y generaba vida. En estos ritos estaba prohibida la presencia de mujeres. Además, la sangre del toro sacrificado se empleaba para el bautismo de sus seguidores. Estas prácticas paganas se fueron relegando con el avance del cristianismo, hasta su definitiva prohibición a finales del siglo IV d.C.



Mitra sacrificando al toro sagrado.

También estuvo muy extendido por el Oriente Próximo el culto a Baal. Nos referimos al famoso «becerro de oro» que adoraron los hebreos tras su huida de Egipto: un toro divino, capaz de brillar e iluminar la oscuridad. También los egipcios divinizaron este bóvido. Su dios Apis era hijo de Isis y de una vaca fecundada por un rayo solar, con marcas en la piel y el disco solar entre los cuernos; con la llegada de Alejandro Magno, Apis pasó a venerarse como Serapis, un dios del inframundo con atributos de fertilidad.

  

El becerro de oro (Baal) y el dios egipcio  Apis

Actividad:

-       Localiza en un mapa político actual qué Estados abarcan las diferentes civilizaciones citadas en el texto.

-       Realiza una ficha básica de los principales ritos, divinidades y manifestaciones artísticas en cada caso.

-       Realiza un alegato favorable o contrario a la declaración del toreo como bien de interés cultural en nuestro país.

El Minotauro. Un breve recorrido a través del mundo del arte.

El mito del Minotauro ha sido abordado de forma recurrente a lo largo de la historia del arte. Vamos a recoger algunas de las interpretaciones más interesantes que diversos artistas, de distintos contextos artísticos y bajo particulares presupuestos estéticos, hicieron de este mito griego.

Se puede comenzar diciendo que desde la Edad Media y hasta el siglo XVIII la imagen iconográfica del Minotauro distó mucho de la versión clásica griega. Es más, fue justamente la contraria, esto es, un ser híbrido con cuerpo de toro y cabeza de hombre; incluso se le llegó a confundir con un centauro, lo cual pudo deberse a una mala interpretación del mito. Así lo imaginó también el versátil artista inglés William Blake en su versión del infierno de la “Divina Comedia”. Según parece, Dante había conocido al monstruo mitológico tras leer la obra “Ars Amatoria” de Ovidio, donde el escritor latino lo describía como un hibrido de hombre y toro. Por ello, se cree que el artista florentino, en particular, y el Renacimiento en general, desconocía las numerosas imágenes del minotauro que formaban parte de la rica iconografía de la Grecia clásica.

    

El Minotauro, por el versátil artista inglés William Blake (s. XIX).

También el grabador francés Gustave Doré se interesó por esta figura mítica y lo retrató en  una edición especial de la obra cumbre del florentino.



Dante y Virgilio encuentran al Minotauro, por Gustave Doré (s.XIX).

   Soledad del Minotauro, por el simbolista George Watts (izq.). Teseo y el Minotauro, por el artista neoclásico Antonio Cánova (ambos trabajos del s.XIX)



 
 
 
Mujeres en la playa, por el malagueño Moreno Villa (izq.). Minotauro, por Salvador Dalí (s. XX)

 

 
 
 
 
 
 
 
 
Minotauro, por José Lucas (izq.) y la escultura del artista peruano  Paolo Cordano (s. XX).

 

 

Picasso y el Minotauro.

Ningún artista plástico ha recurrido más a la imagen del Minotauro como el malagueño Pablo Picasso, auténtico monstruo del arte universal. Aquel ser híbrido aparece en muchos de sus trabajos, sobre todo durante la década de los 30. Unas veces lo representa como un monstruo horrible, obsceno y orgiástico, que viola y mata, mientras que en otros casos lo muestra como un amante que mantiene una relación amorosa consentida con una mujer.




 
 
 
Grabados de la serie suite  Vollard de Picasso

La crítica defiende la idea que Picasso utilizó este ser para plasmar la fuerza incontenible de sus impulsos sexuales. Se trataría de una especie de “alter ego” del artista, un instrumento para reflejar los avatares de su vida íntima. Se sabe que el artista conocía bien la mitología griega a través de La Metamorfosis de Ovidio. En definitiva, el Minotauro, víctima o verdugo, estuvo muy presente en su obra. Mención aparte merece el ser enigmático que retrató en el mural Guernica, cargado de simbología ideológica y que se convirtió en icono de denuncia social del conflicto civil español.


 
 

A Picasso le encantaba disfrazarse y posar ante la cámara. La pasión por el toreo le acompañó durante toda su vida.

Tal identificación del pintor con figuras de sus lienzos ya se existió durante su época rosa, cuando proyectaba sus experiencias en el personaje del “arlequín”; más tarde, en los años 50 se identificó con el protagonista de la serie de El pintor y la modelo.

Actividad:

-       Realiza un pequeño trabajo de investigación sobre el artista malagueño (principales etapas y obras y, a través de la visión del Guernica, identifica los animales que recrea y explica cuál puede su significado iconográfico.

Otras curiosidades.

-       Le Minotaure fue el título de una publicación de inspiración surrealista, que se editó entre 1933 y el comienzo de la Segunda Guerra Mundial, en 1939. En ella colaboraron artistas e intelectuales como Picasso, Breton, Tzara o Dali. Más tarde se reeditó con un título emparentado: Le Labyrinthe.

-       En “La casa de Asterión”, cuento recogido en El Aleph, Borges ofrece una visión muy distinta de la clásica imagen del Minotauro. A diferencia de la salvaje bestia alimentada de víctimas humanas, Asterión (Minotauro) es inocente del mal que provoca. De hecho,  considera la muerte como una salvación del suplicio, del encierro auto-impuesto al que se ha sometido en el laberinto de Cnosos. En su soledad, anhela la llegada de su redentor. Este cuento es una clara alegoría cristiana: la bestia que vive en el laberinto es metáfora del mundo, en tanto que el redentor (Teseo) alude a la figura de Cristo.

 

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