“Cuestionarse
la vida nos suele llevar a la problemática del sentido. En primer lugar, porque
vivir es sentir y sentirse. Cualquier vida se siente agradable o desagradable,
la existencia siempre es un sentimiento de existir, pero mientras sea la vida
de un ser racional, querríamos entender cómo, por qué y con qué fin vive;
pregunta no poco importante, pues de su respuesta depende el valor de la vida.
¿Vale la pena o no vivir la vida? ¿Quién le daría este valor? De ahí surge otra
pregunta: ¿somos dueños de nuestra propia vida, o quizás se nos priva de ella
de una manera o de otra?” (página 17)
“¿La
vida posee su propio sentido o hay que atribuírselo? ¿El sentido ya existe,
positivo, sustancial o quizás somos nosotros los que debemos crearlo a través
de un acto subjetivo? Mientras la demos un sentido a nuestra vida, nos
beneficiaremos de ella, el vivo es quien le atribuye este sentido y viviendo es
cuando lo descubre o lo inventa. Pero, ¿será suficiente para protegernos de las
ilusiones? Por otra parte, ¿este sentido es trascendente y se encuentra en
alguna parte fuera de la vida misma?
“También
se plantea el problema de la relación con los demás, la unión con lo que
nosotros no somos, de lo que, sin embargo, dependemos para vivir. ¿Vivimos por
nosotros mismos o por lo que son los demás? ¿Somos seres particulares o
formamos parte de un todo? Hacerse este tipo de preguntas, deliberar sobre la
vida, es una característica esencialmente humana y quizás signifique apropiarse
de su propia existencia.” (página 26)
“Sin
ninguna duda el pensamiento de la muerte puede aclarar la cuestión sobre el
sentido de la vida. La muerte es el final de la vida ya que le pone término,
pero también puede tener otro sentido cuando sólo se puede pensar en la existencia
haciendo referencia a la muerte. La muerte, sin que suponga la meta ni siquiera
el final de la vida, no se puede evitar, sin embargo hay que tenerla en cuenta
obligatoriamente.
Las religiones suelen proponer un más allá de la muerte, otra
vida. La muerte sería un nuevo comienzo. ¿Es sólo una forma de negar la muerte?
¿El recuerdo es otro? Más allá de cuestiones de fe, ¿cómo entender la
procedencia de este deseo de inmortalidad? ¿Se pueden evitar las discordias y
los conflictos entre diferentes tipos de explicaciones de lo que sigue siendo
todo un misterio? A menos que se tenga una confianza ciega en la ciencia para
la que el cuerpo lo explica todo”. (páginas 34 y 35)
Brenifier, O., Coclès,J., y Millon, I., El Tiempo, la Existencia y la Muerte, Madrid, Ediciones del Laberinto, 2006.
- ACTIVIDAD: Responde a las preguntas resaltadas en rojo que se presentan en este texto. Puedes reformular dichas preguntas, si lo estimas conveniente. A continuación se organizará en el aula un debate sobre el sentido de la existencia humana.
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